jueves, 30 de septiembre de 2010

DOS CARAS

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   Al igual que las monedas muchas otras cosas, personas, instituciones y gobiernos tienen dos caras.
   Un ejemplo claro lo vemos en la decisión del Comisario de Sanidad y Protección al Consumidor de la Unión Europea, John Dalli el 3 de marzo de 2010, cuando autorizó la importación de cuatro nuevos maíces transgénicos y la siembra comercial de la patata transgénica Amflora de la multinacional BASF.
    Esta patata contiene dos genes de resistencia a antibióticos que podrían neutralizar antibióticos empleados contra la tuberculosis. La patata se usará para producir amilopectina, un almidón utilizado para revestir papel satinado, acabados textiles y cemento adhesivo. También se ha autorizado para alimentación animal, a pesar de que huele mal, sabe mal y aumenta el riesgo de inhabilitar antibióticos humanos si se introduce en la cadena alimentaria.
    Aunque sus defensores afirman que no habrá contaminación por no tener polen ni parientes silvestres, las patatas rebrotan entre el siguiente cultivo y se mezclan con la siguiente cosecha. Este almidón, según BASF, reduciría agua, aditivos y energía en la producción de papel y supondría 30 millones de euros en contratos de la industria papelera con productores de patata europeos. BASF obtuvo ya permiso de pruebas experimentales a gran escala en Alemania en junio pasado.  
   John Dalli afirma que esta patata es segura porque dos dictámenes de la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (AESA), en 2006 y 2008, sostienen que los dos marcadores de resistencia a antibióticos “es poco probable que tengan efectos sobre la salud humana y el medio ambiente”.
   Después del primer dictamen, los ministros de medio ambiente pidieron una segunda evaluación a la agencia sobre la posibilidad de que la resistencia a antibióticos pasara de las patatas a otro organismo vivo.
   El segundo dictamen se emite sin que haya ningún estudio nuevo y, a pesar de que desde 2001, la normativa europea sobre transgénicos, exige eliminar el uso de marcadores de resistencia a antibióticos si constituyen un riesgo para la salud.  
   La Agencia Europea del Medicamento y el Centro Europeo de Control y Prevención de Enfermedades, junto con la OMS, han advertido del riesgo de inutilizar los antibióticos de uso humano y animal. El propio dictamen de la AESA (2008) informa que aunque las bacterias empleadas son especies diferentes a las que hay en el medio ambiente, es difícil evaluar la transferencia de resistencia a antibióticos porque éstos están muy extendidos. Los dictámenes de la AESA han tenido discrepancias internas. Dos científicos del panel de expertos en riesgos biológicos han mostrado su desacuerdo aunque no les han permitido expresarse públicamente. Sus discrepancias han sido ocultadas tras un dictamen conjunto de los Paneles de Transgénicos y de Riesgos Biológicos y desmentidas por los presidentes de ambos grupos. 
   Las instituciones defienden a las industrias frente al principio de precaución, silenciando a las voces discrepantes y abriendo la autorización al consumo animal, excluido en la solicitud de autorización como argumento para evitar los riesgos. BASF presiona desde 1996 en que presentó su solicitud. Hubiera podido sustituir los marcadores de resistencia a antibióticos porque hay otras alternativas. No lo ha hecho porque es más barato y nadie le ha obligado. Sin embargo las instituciones científicas que avalan la supuesta inocuidad de los transgénicos, como la AESA en el caso de la UE, desprestigian a los científicos que estudian los riesgos de la alimentación transgénica (Putzsai en Escocia, 1999, Andrés Carrasco en Argentina, 2010 y Eric Seràlini en Francia, 2011, entre otros). 
   Para contentar a los Gobiernos que prohíben en su territorio el único cultivo comercial autorizado hasta la fecha, la Comisión ha aprobado este verano una normativa que permite declarar zonas libres de transgénicos en Europa, mientras autorizaba nuevos eventos transgénicos.
   En Andalucía la organización agraria ASAJA defenderá ante el Consejo de Participación de Doñana "potenciar" los cultivos transgénicos en este entorno para "mejorar la sostenibilidad" de este espacio natural y pedirá que su cultivo se extienda en "toda España".
   Por otra parte defenderá el cultivo ecológico en la feria ecológica de Málaga.  Así, el ingeniero agrónomo de Asaja Málaga y técnico en Agricultura Ecológica, Luis Méndez, consideró que esta forma de producir "puede ser una buena alternativa frente a la crisis generalizada de precios que padecen todos los sectores".
   Una vez más las dos caras de la moneda, pero si miramos a nivel mundial la cosa lejos e ser distinta es todavía más preocupante como lo demuestra la siguiente información:


   El multimillonario fundador de Microsoft, Bill Gates, compró 500 mil acciones de la transnacional de semillas transgénicas Monsanto, con lo que obtiene una influencia hegemónica sobre las políticas globales de empresa, cuestionada por diversas organizaciones ambientalistas.
La Vía Campesina, un movimiento campesino global que representa a pequeños agricultores, trabajadores sin tierra, pescadores, mujeres rurales, juventud y pueblos indígenas, con 150 organizaciones miembros de 70 países en cinco continentes, denunció la adquisición, hecha a través de del fideicomiso de la Fundación Bill & Melinda Gates.
La Fundación canaliza cientos de millones de dólares hacia proyectos que animan campesinos y agricultores a usar las semillas transgénicas y agroquímicos de Monsanto.
En agosto el fideicomiso de la Fundación Bill & Melinda Gates, el cual maneja la dotación de $33,500 millones de dólares que financia los proyectos filantrópicos de la fundación (de la cual Bill y Melinda son síndicos) anunció que había comprado 500 mil acciones de Monsanto, valoradas en un poco más de $23 millones.
Según Dena Hoff, granjera familiar diversificada de Glendive, Montana, y coordinadora norteamericana de Vía Campesina, “la compra de acciones de Monsanto por parte de la Fundación Bill y Melinda Gates indica que el interés de la fundación en promover la semilla de la compañía tiene que ver menos con filantropía que con lucro. La fundación está ayudando a abrir nuevos mercados para Monsanto, la cual ya es la mayor compañía de semilla del mundo."
Desde 2006 la Fundación Bill y Melinda Gates ha colaborado con la Fundación Rockefeller, entusiasta promotora de cultivos transgénicos para los pobres del mundo, para implementar la Alianza para una Revolución Verde en Africa (AGRA), la cual está abriendo el continente a la semilla transgénica y sustancias químicas vendida por Monsanto, Dupont y Syngenta.
La Fundación ha dado $456 millones a AGRA, y en 2006 contrató a Robert Horsch, quien fue ejecutivo de Monsanto por 25 años, para trabajar en el proyecto. En Kenya alrededor de 70% de los recipientes de fondos de AGRA trabajan directamente con Monsanto, casi 80% del financiamiento de Gates en el país tiene que ver con biotecnología, y sobre $100 millones en donaciones se han dado a organizaciones kenyanas conectadas a Monsanto. En 2008 un 30% de los fondos de la Fundación para desarrollo agrícola fueron a promover variedades de semilla transgénica.
En abril la Fundación Bill y Melinda Gates y los ministros de finanzas de Estados Unidos, Canadá, España y Corea del Sur se comprometieron a donar $880 millones para crear el Programa de Agricultura y Seguridad Alimentaria Global (GASFP), manejado por el Banco Mundial para “combatir el hambre y la pobreza en el mundo”. En junio el GASFP anunció que dio $35 millones a Haití para aumentar el acceso de agricultores con parcelas pequeñas a “insumos agrícolas, tecnología y cadenas de abastecimiento”. En mayo Monsanto anunció que donó 475 toneladas de semilla a Haití, que están siendo distribuídas por la Agencia Internacional de Desarrollo de Estados Unidos (USAID). El administrador de USAID es Rajiv Shah, quien trabajó con la Fundación Gates antes de ser nombrado por la administración Obama en 2009.
Según Chavannes Jean-Baptiste del movimiento campesino haitiano de Papaye y coordinador caribeño de La Vía Campesina, “Es realmente chocante para las organizaciones campesinas y movimientos sociales de Haití el enterarnos de la decisión de la Fundación Bill y Melinda Gates de comprar acciones de Monsanto mientras le está dando dinero a proyectos agrícolas en Haití que promueven las semillas y agroquímicos de la compañía. Las organizaciones campesinas de Haití denuncian esta política que va contra los intereses de 80% de la población haitiana, y va contra la agricultura campesina- la base de la producción de alimentos de Haití.”
La Fundación Gates continúa empujando los productos de Monsanto a los pobres, a pesar de la creciente evidencia de los peligros ecológicos, económicos y físicos de la producción y consumo de cultivos transgénicos y agroquímicos. En junio el tribunal supremo de Estados Unidos determinó en el caso Monsanto vs. Geerston Seed Farms, su primer caso sobre un cultivo transgénico. La corte reconoció que la contaminaión genética de cultivos no transgénicos, causada por el flujo de transgenes de DNA de cultivos transgénicos, que ocurre mediante la dispersión del polen por viento y abejas, es dañino y oneroso al ambiente y los agricultores. Según la página web de la Fundación Bill y Melinda Gates, “AGRA y sus socios han diseminado sobre cien variedades nuevas de semilla mejorada por todo el continente (africano)”.
Según Henry Saragih, coordinador general de La Vía Campesina en Jakarta, «La Vía Campesina condena este desvío de la ayuda humanitaria con fines comerciales y esta privatización de las políticas alimentarias.» www.ecoportal.net
   La cuestión es que nosotros podemos a nivel personal decidir si apoyamos o no el uso de semillas y cultivos alterados genéticamente y apostamos por una agricultura ecológica que fomente la soberanía alimentaria  donde vivamos por medio de consumir este tipo de productos y si somos agricultores apostando por la agricultura ecológica.

   
Fuentes:    www.kaosenlared.net,www.europapress.es
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